Éste es el artículo en el que he colaborado para la Revista Ellas de Panamá:
Recuerdos perfumados | Revista Ellas | Panamá
Aquí debajo está la reproducción original del artículo:
Ellas Especial Día de las Madres. Una estela de perfume puede envolver nuestras memorias más amadas.
Manteniendo las claves de la colonia cítrica que dominó durante el siglo XIX, el perfumista adicionó notas centrales florales, que dieran paso a un fondo balsámico de vainilla, haba tonka y especias que evocan poderosamente a la India. Le llamó Shalimar, por los jardines que le construyó en la ciudad de Lahore el Shah a su amada Mumtaz Mahal. La historia y la novedosa combinación de aromas que resumía la sensualidad del Oriente cautivó a las damas de la época y se convirtió en uno de los perfumes más icónicos del siglo XX.
Mi abuela fue una de esas damas cautivadas por Shalimar. No la conocí, pero la historia de su devoción por esa fragancia, que siempre estaba en su cómoda, encendió mi imaginación y me llamó a investigar sobre este perfume y sobre el mundo de la perfumería en general. Cuando tenía 20 años comencé a usarlo y aún hoy es uno de mis favoritos. Mi madre heredó ese gusto por las fragancias con cuerpo, por lo que no sorprende su fascinación con el Youth Dew, de Estée Lauder, un concentrado de la familia oriental. En ocasiones especiales suele llevar el perfume favorito de mi abuela. Puede que cuando lo use le recuerde a ella.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos podido constatar que un determinado olor o una fragancia puede evocar recuerdos. De acuerdo con la psicóloga Varlenys Lima, el recuerdo trae unido estados emotivos que pueden relacionarse especialmente con personas, lugares o experiencias que han sido muy significativos o causado un gran impacto. A la capacidad de revivir esos estados emocionales a partir de la exposición a un aroma se le conoce como memoria olfativa, explica Lima.
La terapeuta española Belén Nevado, experta en aromaterapia integral, creadora del blog Aroma y Energía, observa que intuitivamente y en función de las circunstancias en las que se hayan sucedido distintos eventos relacionados con el olfato “tendemos a apreciar satisfactoriamente o rechazar determinados olores, y aquí hay un componente emocional a tener en cuenta”.
Esa es la razón de fondo por la que el perfume de la persona amada puede generar emociones de alegría, ilusión y felicidad; algún olor o aroma presente en un evento traumático o doloroso puede evocar emociones de tristeza o ansiedad, reseña la psicóloga.
Todo ello tiene que ver con la manera en que el cerebro procesa el olor. El proceso comienza en los receptores olfatorios, que detectan los aromas y transmiten esa información al bulbo olfatorio, que envía el mensaje al cerebro, al sistema límbico, comúnmente llamado cerebro emocional, explica Lima. “Allí dos estructuras interactúan dando lugar a la memoria olfativa: el hipocampo, encargado de la memoria, y la amígdala, relacionada a nuestras emociones. Es así como el olor o aroma se asocian con un recuerdo en la memoria, dando la respuesta emocional generada en ese momento”.
Nevado aclara que la formación de esta suerte de “archivo aromático” que desarrollamos en nuestra vida no es algo estático, sino que “al ir evolucionando en nuestro ciclo vital puede que determinados aromas de nuestro ‘archivo’ hayan cambiado”.
Maddalen Marzol, experta en perfumes de nicho, autora del blog especializado El tocador de Dorothy, y copropietaria de la perfumería Hunky Dory en San Sebastián, España, considera que más allá de lo orgánico, el perfume tiene una magia singular. “A través de los olores se cuentan historias, porque un olor es capaz de hacernos sentir diferentes, más seguros de nosotros mismos, y porque además tiene ese lado de instinto animal que en el fondo todo lo mueve”.
Aunado a esto, elabora que ese componente personal que tiene el perfume hace posible estas conexiones emocionales. Si bien, aunque las notas de una fragancia en específico estén estandarizadas, la química con el olor de la piel es única e irrepetible. “Puede que el perfume sea nuestro complemento más misterioso, aquel que no se ve, que se intuye y nos da un halo diferente al resto”.
Componentes de una fragancia
Un perfume es una composición, como una partitura, un poema o una pintura. Los elementos compositivos de una fragancia son las notas, particularmente tres: las notas de salida, de corazón y de base. Las mezclas entre ellas y la armonía que logren darán como resultado el perfume. “Las notas perfumísticas se clasifican por su volatilidad relativa; es decir, la velocidad y la rapidez con la que se disipan en el aire”, manifiesta Nevado.
Así, las notas de salida son las primeras que llegan a nuestro olfato, y establecen la impresión inicial del perfume. “Es como una presentación de este”, comenta. Las de corazón son las notas que están en el intermedio, que dan cuerpo al perfume y actúan como puente aromático entre las de salida y las de base. Estas a su vez, también denominadas notas de fondo, “hacen que las demás duren más tiempo, retrasando su evaporación y haciendo que la piel las absorba. Actúan como fijadores del perfume”, explica la terapeuta.
Convencionalmente, hay espectros de olores utilizados en cada nota, indica Marzol. “Las notas de salida suelen ser cítricas en su mayoría o alguna nota verde o floral ligera; ese toque chispeante del principio. En el corazón se suelen encontrar la mayoría de las flores y especias, alguna madera. Y en el fondo están las que dan fijación, no tan variables pero que pueden dar infinidad de posibilidades; clásicos como el almizcle, el pachulí, el ámbar, el cedro”, dice.
Dependiendo del rango de intensidad, también pueden clasificarse las fragancias en si son más adecuadas para el día o la noche, explica Norma Rodríguez, de Elizabeth Arden, quien estuvo en Panamá para presentar la más reciente creación perfumística de esa casa, Always Red Femme. “Cuando la fragancia es mucho más tranquila en la nota media, es más adecuada para el día. Las flores blancas en general son para ese momento. Si lleva, por ejemplo, davana u orquídea de media noche, y se le coloca vainilla y pachulí, le inyectará mucha brillantez a la fragancia, y la lleva hacia la noche. Asimismo, si los maderos son rubios, la fragancia es más suave; si son maderas rojizas, la fragancia es mucho más sensual”.
Notas de feminidad
Hay un sinfín de notas aromáticas, y la perfumería contemporánea ha introducido algunas nuevas en la línea de lo gourmand; es decir, todas aquellas notas relacionadas con lo comestible. Sin embargo, Maddalen Marzol sostiene que históricamente son las notas florales las que siempre han connotado feminidad.
De entre el rango de lo floral, Belén Nevado destaca que la rosa es la flor femenina por antonomasia, que puede encontrarse en el corazón de muchos perfumes. “Es la más sublime de todas las flores, con una alta vibración energética”. También adiciona como deliciosas el nardo, la magnolia o el geranio. Para el grupo floral, la faceta empolvada suele producir una combinación tradicional. “Los polvos de talco o de arroz están relacionados con lo limpio y lo suave, y le da un toque elegante y muy femenino. También son fragancias con un toque nostálgico y retro que nos hace evocar nuestra infancia, por ejemplo”.
Edad del perfume
Precisamente esa característica atalcada es la que nos hace clasificar de inmediato una fragancia como señorial. Recuerdo que, en mi caso, el corazón de lirio empolvado de Shalimar lo hacía algo diferente para mi edad. Sobre esta percepción, las expertas coinciden en considerar que los perfumes no tienen edad. “Sobre todo porque lo de “perfumes de señoras” son olores algo más vintage, que estuvieron de moda hace unos años y las señoras no hacen más que seguir usando las fragancias de su juventud”.
Así, cuando se creó Chanel No. 5, una de las fragancias que destaca en esta línea, “se inauguró la era de las fragancias aldehídicas, limpias, empolvadas y secas, y después del éxito que tuvo, creó escuela y estilo”. Norma Rodríguez explica que Chanel No. 5 fue la primera fragancia aldehídica de la historia, a la que siguió White Diamonds, de Elizabeth Taylor. Este particular componente revolucionó la perfumería del momento. “El aldehído no es un ingrediente como tal que se sacó ni de flores ni de maderos, sino que el perfumista crea una fantasía en su laboratorio, es algo químico. Todo eso le da mucha brillantez, excelente difusión y larga vida a la fragancia. Y el sillage es muy fuerte”.
Así como cambian los tiempos, también lo hacen los perfumes. Rodríguez cuenta cómo en la década del 70 estaba en boga lo floral. “Nota alta, media y base era casi totalmente floral, mientras que en los 80 se utilizó la fragancia oriental más seca”.
Marzol observa que hoy la mayoría de los perfumes se mueven en el rango de lo floral-frutal y lo dulce del gourmand, y la experta de Elizabeth Arden declara que difícilmente las mujeres jóvenes de hoy buscan una fragancia completamente floral. “Son muy pocas las mujeres jóvenes a las que les gusta solo lo floral. Tienes que darle un excelente balance, unas fragancias más acuáticas, más frescas y frutales”.
Quizás sean esos olores a frutos rojos, jazmín y vainilla, los llamados a crear nuevos recuerdos, porque el poder evocativo de una buena fragancia tendrá por siempre la posibilidad de hacernos viajar en el tiempo.