SANACIÓN Y COMUNICACIÓN CON EL ENTORNO

 

“El aleteo de una maripoa en el Tíbet puede desencadenar un huracán en las costas de
California”

COMUNICACIÓN, CÓMO NOS RELACIONAMOS Y COMUNICAMOS CON EL

ENTORNO

Una de las formas por las que podemos sanarnos a nosotros mismos y a los demás es a través de la comunicación. En realidad, todo es comunicación. Muchas veces no somos conscientes en qué forma nos comunicamos o inclusive a nivel personal, en el sentido que en multitud de ocasiones ni siquiera somos conscientes que podemos crear bloqueos energéticos aunque nuestras intenciones sean buenas.

Las personas, sobre todo en la sociedad en la que vivimos, tenemos muchas veces una conversación constante dentro de nuestra cabeza. Cuando sucede esto, no somos ó no podemos estar muy conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor. Como consecuencia, podemos pensar que lo que sucede fuera es lo mismo que lo que nos decimos interiormente.

Robert Orstein en “La evolución de la consciencia” nos dice que:

«El desarrollo humano no se encuentra en ningún lugar lejano, propio del trance místico ofuscado, sino en la selección consciente. Éste es el tercer tipo de evolución que poseemos. La selección natural empieza a ciegas. La selección neurológica de la juventud es más o menos una transferencia automática del mundo de la mente. La selección consciente es la forma en que podemos gobernar la evolución mediante el desarrollo de la habilidad de seleccionar partes de la mente».

Entonces … nuestra intención puede ir encaminada para poder acceder a un determinado lugar, y para ello podemos fijar el rumbo. En este momento puede comenzar una búsqueda. Una búsqueda que ha acompañado al hombre desde el inicio de los tiempos. A veces esta búsqueda puede estar dormida.
Por lo tanto, en un momento de nuestra vida, comienza el viaje. Comienza el viaje en nosotros y desde nosotros y hacia nosotros.

Comenzamos con el mapa: a la representación del mundo, de la realidad, que cada persona en particular hace le llamamos mapa. El mapa es el conjunto de experiencias subjetivas, y por tanto, interpretaciones personales que cada individuo hace del mundo. El mapa, en consecuencia, lo forman la historia personal, creencias y valores, que sirven al sujeto para interpretar a su modo la realidad en la que vive.

Cuando vivimos plenamente, experimentar la vida es saber elegir la mejor opción del momento. En cualquier sistema, relación, comunicación, negociación, discusión, etc, el individuo que dispone de un mayor número de alternativas de conductas es quien tiene más senderos de revertir la situación, pues es quien dispone de más opciones flexibles y adaptables a cada circunstancia. Por el contrario, la desarmonía, la tensión, el distanciamiento, la ruptura, son síntomas de rigidez mental, de quedarse fijado en una única y exclusiva perspectiva mental. 

Desde la antigüedad, las mujeres y hombres medicina de todo el planeta han acompañado a restaurar el equilibrio, a todos los niveles, de sus congéneres.  Antiguamente, había una comunión sagrada que podemos ir recuperando y disfrutando en nuestro día a día. Todo esto se ha ido olvidando y nuestro sistema inmunológico lo ha ido acusando con bloqueos energéticos que han mermado nuestra comunión con el Sol, la Tierra, los Mares y Montañas. Es importante recuperar esa comunión con Gaia.

El cuerpo físico no está sano o enfermo aisladamente. Cuando hay dolor físico casi siempre hay dolor emocional, mental o espiritual. Cuando hay enfermedad espiritual (o mental , o emocional) raramente hay un cuerpo físico saludable: la enfermedad saldrá a la superficie por algún lado .
No somos partes, sino entidades completas, y el bienestar significa tener salud en todos los niveles. En lengua inglesa, la medicina holística deriva de la palabra wholeness, que significa totalidad; pero también deriva de la palabra holy, que significa santo: las personas son seres espirituales. Una negación de la espiritualidad equivale a negar el propio ser, y el propio lugar en el universo, lo que inevitablemente conduce a la enfermedad.

Asímismo, una persona que espiritualmente está bien también suele estar bien con su cuerpo, mente y emociones, o puede sanarse fácilmente para alcanzar ese bienestar. Nadie sana a nadie; las personas sólo se sanan ellas mismas, y el papel de el/la terapeuta es facilitar ó acompañar el proceso.

Ejemplo: si una niña se cae y se despelleja la rodilla, su madre puede besarla y su hermana ponerle una venda, pero sólo su propio cuerpo formará una costra y hará que ésta acabe por desaparecer. La sanadora puede estimular la energía sanadora de la niña para acelerar el proceso. Pero la niña con la herida no se sana si, aún habiéndosele formado una piel nueva, ahora tiene miedo de volver a salir. Aquí necesitamos la sanación emocional junto con la física.

En la ayuda a liberar el miedo es donde comienzan la mayor parte de las sanaciones. El miedo puede no haberse originado en la reciente caída, sino en algo que sucedió en un pasado reciente o distante; incluso una vida pasada. Por ello es tan importante la auto-sanación que se puede realizar todos los días. Ser una misma persona su propia facilitadora requiere habilidad y objetividad pero a veces sólo se necesita un sincero deseo de cambio, y confianza en el proceso. Nadie está aquí aislad@ de la totalidad, y nadie puede estar plenamente sanado hasta que tengamos un planeta y una sociedad saludables.

Con la desaparición del miedo viene la salud, la abundancia, la paz y la capacidad de amarse a un@ mism@, a los demás y al planeta. Conforme cambia el aura de lo individuos, lo hace también el de la tierra.

La salud y la sanación empiezan con los buenos hábitos físicos: comer alimentos no contaminados y vivos, tomar vitaminas, beber agua lo más pura posible y consumir en la menor medida posible azúcar, grasa, alcohol, drogas (incluidas las medicinas recetadas), tabaco, agentes químicos, pesticidas y aditivos. La salud y la sanación significan limpieza y sueño reparador, ejercicio y aire libre, un entorno agradable y vivir con seguridad física.

La salud también significa buenos hábitos mentales y emocionales: pasar algún tiempo a solas y otro tiempo compartirlo con aquellos en quienes se confía, relaciones tranquilas, muchos abrazos, juego y trabajo razonablemente gratificantes, expresiones creativas, la compañía de niños y animales, así como mantener el interés por las propias actividades con la menor medida de preocupación, precipitación y estrés que sea posible.

El estrés es la causa directa del 85% de las enfermedades humanas; y ese porcentaje es sólo un cálculo conservador aceptado por la medicina. El estrés se define, en sentido general, como la tensión en los sistemas del organismo. Un cierto nivel de tensión es necesario para que funcione, pero su exceso resulta negativo y nocivo. Esa sobrecarga negativa produce una ruptura de la función física, mental y emocional, lo que acaba produciendo la caída de los órganos y sistemas corporales. Cada individuo tiene su propia definición del estrés, y su propia tolerancia al mismo; además, la sobrecarga puede producirse tanto por acontecimientos positivos como por los traumáticos.

Los síntomas del estrés emocional incluyen:

irritabilidad y tener ganas de llorar;
• inquietud y hábitos nerviosos;
• incapacidad para concentrarse o tomar decisiones;
• falta de alegría;
• insomnio;
• fumar;
• beber alcohol o tener hábitos alimenticios (o incapacidad de comer) ansiosos;
• fatiga crónica;
• falta de interés por el sexo;
• e incapacidad de enfrentarse a las situaciones.

Cada individuo tiene su nivel de tolerancia para manejar las situaciones y emociones estresantes. Cuando se supera ese nivel empiezan a desarrollarse los síntomas. Cuando el estrés que excede de los límites se vuelve crónico comienza enfermedad que puede convertirse en grave, en una disfunción inmunológica, en dolencias crónicas e incluso, finalmente, en muerte. Cada persona tiene un límite final con respecto al nivel de estrés que puede soportar.
La incomodidad del estrés puede ser una presión que fuerce a la persona a cambiar las cosas que no funcionan en su vida, empujándola hacia la sanación y el crecimiento.

La enfermedad es también un síntoma de resistencia a cambiar tanto nuestra propia vida como nuestras emociones o pensamientos. Cuando una manera de vivir (el trabajo, las relaciones, adicciones, estado emocinal, hábitos) no es positiva y la persona se niega a cambiarla , el estrés resultante lleva primero a la incomodidad emocional, después a la inquietud mental y espiritual y, finalmente, al dolor o la enfermedad corporal. Podemos confiar en el cambio y permitirlo, dejando que se produzca. El cambio más significativo es el de convertir las emociones y pensamientos en positivos. Este reequilibrio espiritual recorre los niveles e invierte el proceso en enfermedad.

Progresión:

—-> FUNCIÓN VITAL NEGATIVA
——-> ESTRÉS
————> RESISTENCIA AL CAMBIO
—————-> INCOMODIDAD EMOCIONAL
———————-> INCOMODIDAD MENTAL
—————————-> DOLOR ESPIRITUAL
———————————> ENFERMEDAD FÍSICA

Reinversión:

—-> ENFERMEDAD FÍSICA
———> CAMBIO Y DEJARSE IR
————–> LIBERACIÓN EMOCIONAL
——————–> LIBERACIÓN MENTAL
————————–> RECONEXIÓN ESPIRITUAL
——————————–> SANACIÓN DEL CUERPO

 

 

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